Cuenca del Río Magdalena, Colombia. Archivo personal del autor. |
La constitución
política colombiana, así como un gran número de leyes, decretos y otros
acuerdos reglamentarios establecen un marco normativo bastante robusto y
exhaustivo respecto al medio ambiente. En esta materia se puede considerar a
Colombia como pionera, por lo menos en Latinoamérica; pues, el marco
reglamentario es bastante atractivo en el papel. Y en este aspecto es
importante resaltar el establecimiento del código de recursos naturales
renovables desde hace 40 años, el cual es el mejor instrumento con el que
cuentan las autoridades ambientales para proteger el patrimonio ambiental
colombiano. Este fue el primer cuerpo normativo en lo que respecta al medio
ambiente que se formuló en América latina y es un ejemplo de la confluencia de
diferentes visiones y consensos entre sectores de interés nacional.
No cabe duda de que
se han dado pasos importantes en materia de protección y regulación del medio
ambiente, así como de clasificación y delimitación de zonas y áreas protegidas.
Sin embargo, en la práctica todavía falta mucho trecho por recorrer para que se
adopten y se instrumentalicen las medidas establecidas. La relación entre
economía y medio ambiente aun no es lo suficientemente sana como para concluir
que las normas han surtido el efecto esperado. La corrupción y el clientelismo
administrativos sacan la cabeza en esta relación, pues el otorgamiento de
licencias y demás permisos de corte ambiental aún se realiza por fuera de los cánones
reglamentarios al mejor postor. El ejemplo más palpable de ello es la minería,
la cual está dejando una gran estela de destrucción y contaminación hídrica y
atmosférica además de un desbalance ecosistémico y destrucción boscosa.
Enfatizando en esto
último, un aporte importante en materia de protección de bosques y masa
forestales es el decreto ley 2811 de 1974 que contempla la ordenación, manejo y
aprovechamiento forestal, además de otras disposiciones de carácter ambiental.
La importancia de los bosques hoy es superlativa, especialmente en cuanto a la
agitada carrera contra el calentamiento global y la protección de la
biodiversidad. El que Colombia posea esta normativa es un avance para la
salvaguarda de uno de los ecosistemas más críticos e importantes para el
equilibrio climático del planeta, pero de no implementarlo en la práctica la
reducción de su extensión en el país seguirá con su ritmo acelerado.
El gran servicio que
prestan los bosques y las grandes masas forestales en general para el planeta
es incalculable, desde el alojamiento de un gran número de especies, pasando
por el aporte a los avances de la medicina, la regulación climática y la
provisión maderera, hasta la fijación del dióxido de carbono, principal agente
antrópico señalado, supuestamente, como determinante del incremento de
temperatura global que nos asiste en la actualidad.
Deforestación en la selva Chocoana. Archivo Resista Semana |
La deforestación a
gran escala que sufren cuerpos forestales como la pluviselva amazónica o la
selva chocoana atenta, además, con la
disponibilidad hídrica para comunidades que viven al interior de estos y
ciudades enteras que se abastecen de ello. Los bosques juegan un papel fundamental
en el ciclo hidrológico a través de la contención de las lluvias, la
infiltración de agua en el suelo y la absorción por las raíces; así favorecen
el control de la escorrentía superficial y blindan a poblaciones cercanas de
inundaciones y deslizamientos. Incluso, en los dos ecosistemas mencionados la
gran densidad forestal permite la generación de precipitaciones vía
evapotranspiración. Por ejemplo, la selva amazónica produce aproximadamente el
50% de la precipitación caída en la cuenca, además del 20% del oxígeno de la
tierra. Igualmente la influencia del bosque chocoano es determinante para que
esa región del pacífico colombiano sea una de las más pluviométricas del mundo.
El sistema climático
terrestre se encuentra en gran medida regulado por los bosques. Si la extensión
de estos se sigue reduciendo posiblemente se darán cambios que impactaran
negativamente el modo de vida confortable de muchos pobladores del planeta. 13
millones de hectáreas se pierden anualmente por deforestación en el mundo y
mucho de esto es irrecuperable. Y Colombia hace, desafortunadamente, un aporte
importante en esa problemática; la expansión urbanística, la extracción ilegal
de madera, la minería, la expansión agrícola y de cultivos ilícitos, hacen
mella en la extensión forestal del país bajo un desacato continuo de las leyes.
El que exista el
decreto ley 2811 de 1974 en Colombia solo será significativo en la medida en
que las disposiciones, reglamentaciones, recomendaciones y otros que allí se
sustentan sean acatadas y respetadas. Algo que hoy brilla por su ausencia.
Nelson Vásquez
Castellar
metparatodos@gmail.com
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