sábado, 29 de noviembre de 2008

Las pirámides recogen en buena medida quiénes somos y como estamos

Para explicar el origen de las pirámides es imperante analizar de manera global los múltiples problemas sociales, económicos y políticos que padece nuestro país; pero más allá de ello, es necesario fijar la mira en la estructura de valores que sustentan la convivencia y el libre desarrollo de nuestra sociedad. Y en este análisis no puede prevalecer solamente el punto de vista de una parte o de un sector de la población en particular; aquí es fundamental reconocer que en una nación corrupta en todas sus esferas sociales, las manifestaciones de este flagelo son sistemáticas.

Las pirámides son simplemente una de esas manifestaciones del extenso y variado menú que configura a la madre de todas las desventuras que golpean y reducen cada vez más a esta alicaída nación: la ya conocida corrupción; la corrupción presente, en menor medida, desde el mismo seno familiar, hasta, en mayor proporción, en los altos círculos de poder que gobiernan este país; la misma corrupción que ha engendrado a los carteles del narcotráfico, a los grupos armados al margen de la ley y con ellos el conflicto armado y sus más puntuales caracterizadores (el desplazamiento forzado, las masacres colectivas, las ejecuciones extrajudiciales, etc.) y a la gran camada de políticos al servicio del fraude. Y es la situación actual, la desencadenada por la caída de las firmas DMG Y DRFE, un ejemplo palpable y una prueba fehaciente del grado de permeabilidad de lo ilícito en la sociedad colombiana. Y si no es así, como se explica que dos firmas completamente ilegales se constituyeran y permanecieran por tanto tiempo captando a raudales dineros de un público incauto, cegado por la avaricia, por el deseo de obtener dinero fácil (pero a la vez presa de un sistema financiero inclemente), sin ningún tipo de control y haciendo presencia en un gran número de municipios y ciudades del país.

En primera instancia, quienes iniciaron estas organizaciones sabían que en algún momento el sistema de captación que las mantenía en pie iba a colapsar, por lo tanto desde sus inicios ambas obedecían a un plan vil, delincuencial y macabro. De otro lado, quienes acudieron en masa a este llamado dejan entrever que la seducción ejercida por la riqueza fácil, rápida y sin esfuerzos puede más que la sensatez y la cordura, aún cuando ya estaban avisados. Pero no podemos apartar que gran parte de la culpa recae en el estado, un estado que fue incapaz de controlar a tiempo el crecimiento de estos negocios ilícitos, en parte por la laxitud de los mecanismos de control, en parte por su propia complicidad; y que ya formado el problema se ha centrado en señalar como culpables a promotores y seguidores, desconociendo que las zonas donde florecieron dichos negocios son zonas de marcada inestabilidad social, golpeadas por el narcotráfico, donde tienen presencia grupos armados ilegales y donde la falta de alternativas económicas diferentes a las derivadas de la siembra, producción y comercialización de la coca hacen mella. Zonas donde su influencia representada en aéreas como la educación y la salud son hoy más vitales que nunca.

Además, esta situación debe servir para que haya un replanteamiento del sector financiero y su forma de operar, pues; lo sucedido, y lo que posiblemente aún está por suceder (la manifestación violenta de los inversionistas defraudados) pone en evidencia el descontento generalizado por la actuación, principalmente, de los bancos por los excesivos costos a que somete a los usuarios, y del gobierno por no tomar medidas para que estos no se sigan enriqueciendo a costa del colombiano del común.

Principales retos para el desarrollo de Colombia

El año pasado, cuando se dio a conocer el informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre desarrollo humano, quedó manifiesto que el desarrollo, más que aumentar el ingreso nacional es, en última instancia, “un proceso destinado a ampliar las alternativas de la gente”, que cuando hablamos de desarrollo humano hablamos de personas, hablamos de expandir sus oportunidades reales y las libertades fundamentales que les permiten vivir la vida que valoran. Comparto esta apreciación, pues considero que el crecimiento económico es un medio para alcanzar el desarrollo humano, como fin último hacia donde deben confluir los esfuerzos de las naciones.


En estas cortas líneas quiero precisar, mediante cuatro aspectos fundamentales, los retos que nuestro país debe afrontar para caminar en la senda del desarrollo y para ampliar las oportunidades de la inmensa mayoría de la población que hoy carece de ellas.


Considero, sin guardar un orden estricto de importancia y sin dar a entender que no se puede trabajar simultáneamente en cada frente, que los retos principales que Colombia debe afrontar para alcanzar un nivel apreciable de desarrollo son: luchar contra la desigualdad, fomentar el respeto a los derechos humanos, fomentar la inversión y erradicar la corrupción.


Para hablar del primer punto, quiero hacer alusión a la frase de Franklin D. Roosevelt, contemplada en el segundo discurso inaugural de la cumbre de las naciones unidas de 1937: “la prueba que enfrentamos en nuestro progreso no es si somos capaces de aumentar el patrimonio de los que tienen mucho, sino si podemos entregar lo suficiente a quienes tienen demasiado poco”.


Luchar contra la desigualdad reinante sobre nuestro territorio es un gran desafío que pone a prueba la capacidad y el nivel de compromiso del estado colombiano con la búsqueda de mecanismos y medios tanto financieros como de orden jurídico, político y social para acercar a la población, tanto urbana como rural, hacia caminos de progreso. Colombia presenta un alto índice de desigualdad, situación que fue corroborada por el Banco mundial en su último estudio sobre concentración de la riqueza en América latina y por el informe de desarrollo humano de la ONU, y que se hace evidente, además de la gran diferencia de ingresos entre los diferentes segmentos en que se encuentra dividida población, en aspectos como problemas de acceso a la educación básica por parte de la población rural y de los estratos pobres urbanos, y más aún en cuanto a las posibilidades de acceso a la educación superior, en la baja calidad de los servicios de salud, saneamiento básico, dificultades de acceso a la propiedad, alta tasa de desempleo y subempleo, por citar solo unos. Situación que se ha visto alimentada por el flagelo del desplazamiento forzado del campesino a la ciudad y por el incremento de la pobreza.


Pero la desigualdad además de segmentaria, también es regional. Mientras Bogotá tiene un índice de desarrollo humano de 0,830, cercano al de Costa Rica (0.846), Chocó tiene 0,685 (según informe 2003), parecido al de Bolivia (0,695). El nivel de alfabetización, la tasa de mortalidad y el porcentaje de desnutrición en la población infantil, el número de familias con acceso a agua potable, los niveles de pobreza y miseria entendidos como el mantenimiento precario de recursos y condiciones mínimas de vida; varían de una región a otra mostrando asimetrías bien marcadas, siendo la región andina la que presenta mejores niveles de desarrollo con respecto al resto del país.


La concentración de los ingresos, merece especial atención, ya que este es síntoma de inequidad, lo cual tiene consecuencias en el bienestar de la población en lo que respecta al acceso y disponibilidad de recursos, selección de satisfactores de necesidades básicas, potencialización de las capacidades y desarrollo de habilidades del individuo, etc. La equidad requiere de una mayor distribución del ingreso y de la propiedad e igualmente del empleo.


Pero además es pertinente prestar atención a la situación de derechos humanos que presenta el país, de la cual los protagonistas principales son los actores armados y la población civil indefensa como agente pasivo. Eso sin contar el maltrato a los niños en el seno familiar y su abandono, así como los vestigios de la violencia común.


El flagelo más conocido, y uno de los más reprochados a nivel internacional, después de la cantidad de victimas que cobra el conflicto armado, es el del desplazamiento forzado de la población de áreas rurales a centros urbanos, el cual al día de hoy deja cifras alarmantes de refugiados por la violencia y la extorsión. Este, seguido del secuestro y del reclutamiento ilegal de niños menores de edad a las filas de los grupos insurgentes, se constituyen en males endémicos que en materia de derechos humanos es necesario erradicar para crear una sociedad más justa y para poder llevar a cabo las políticas estatales que en materia de educación, salud, empleo, servicios públicos domiciliarios, y de distribución de ingresos, el gobierno fije en el marco de sus planes. Pero para llegar a ello se requiere una política seria de reconstrucción de las victimas por parte del gobierno, y un compromiso decidido con la paz de las otras partes del conflicto.


De los avances que se logren en cuanto a desigualdad y derechos humanos, depende que se active la inversión, tanto local como extranjera, en el país. A ello hay que sumarle además, la continuidad en el crecimiento de la economía, la estabilidad macroeconómica, política e institucional, el mejoramiento de nuestra infraestructura física, y el mejoramiento del sistema educativo para preparar un talento humano más calificado. Estos puntos, sumados a la ubicación geográfica estratégica que tenemos, seguro contribuirán a que la confianza de los inversionistas hacia nuestro país siga creciendo.


Pero es pertinente atender algunos puntos críticos de los aspectos mencionados que requieren una solución pronta y eficaz de cara a los retos competitivos que a nuestra economía se le avecinan si se concretan nuevas alianzas comerciales que demanden operaciones ágiles y transparentes de nuestros sistemas empresarial y productivo. Tales puntos a los cuales hago referencia son la deficiente infraestructura vial para conectar los principales centros industriales con los puertos marítimos, y la inestabilidad en la legislación tributaria, aspectos que le restan competitividad a nuestro país y reduce su atractivo ante la inversión extranjera.


Y si de transparencia se trata, es necesario que se elimine su principal contradictor: la corrupción.

Uno de los objetivos básicos del gobierno durante el período 2002-2006, era incrementar la transparencia y eficiencia del estado, objetivo que se encuentra plasmado en el plan nacional de desarrollo de dicho período, pero que al día de hoy todavía le falta mucho por conseguir, dadas las constantes evidencias que saltan a la luz pública sobre casos relacionados por este flagelo.


No se desconoce que se han hecho esfuerzos en la materia, pero es necesario llevar a cabo acciones contundentes que permitan alcanzar resultados coherentes con las políticas fijadas por el gobierno en cada una de las esferas en las que se desenvuelve su actividad, y que han sido mencionadas en anteriores párrafos en este mismo escrito. Es necesario hacer una distribución equitativa de los ingresos de la nación, no se puede seguir tolerando el hecho de que muchos niños, especialmente de regiones marginadas, sigan sin estudios, sin atención básica en salud, sin condiciones mínimas satisfechas, solo porque el desvío ilegal de los recursos o la no asignación correcta no lo permite. Para lograr el desarrollo es necesario que gérmenes nocivos como el clientelismo, el padrinazgo, la celebración indebida de contratos, la malversación de fondos, etc., desaparezcan de la administración nacional de este país.


Solo si se logra avanzar en estos cuatro aspectos fundamentales será posible esperar por un desarrollo que nos integre a todos.

martes, 25 de noviembre de 2008

Innovación, un desafío para disminuir la brecha

Innovar, del latín innovare, que quiere decir, cambiar o alterar las cosas introduciendo novedades (Medina Salgado 1994).

Hablar de innovación no es cosa nueva; desde finales de la segunda guerra mundial hasta hoy, muchos países se han aferrado a diferentes enfoques y mecanismos para lograr el desarrollo de sus sociedades o para cambiar el rumbo de sus esquemas políticos o económicos. Sin embargo, así como antes, el término innovación aún sigue teniendo tanto significado, que hoy no se concibe el crecimiento y la prosperidad de una nación si no se acude a la adopción de medidas que conlleven a la creación de un entorno positivo y propicio para el aprendizaje colectivo, para el intercambio de experiencias y para el trabajo en conjunto; aspectos fundamentales para hacer factible todo proceso de cambio.

Durante mucho tiempo hasta los años ochentas, e incluso hoy, el enfoque de innovación que ha prevalecido ha sido el lineal, según el cual el actor principal y el eje sobre el que gira todo proceso innovativo son las actividades de investigación y desarrollo (I + D), enmarcadas dentro de una concepción empresarial y siguiendo la secuencia lógica: Invención – innovación – difusión – sustitución. Este enfoque según lo enuncia Keith Smith, se caracteriza por la idea de que las capacidades tecnológicas de una determinada sociedad están en función de las fronteras de sus conocimientos, que los conocimientos útiles para la producción industrial son principios fundamentalmente científicos, que el proceso de “traducción” de principios científicos a conocimientos tecnológicos es secuencial, y que es un enfoque tecnocrático porque considera a la evolución tecnológica en términos de organización de los procesos de desarrollo técnico y de invenciones materiales. Y aún a pesar de que dicho anuncio es en gran parte acertado, el enfoque lineal ha demostrado no ajustarse a la dinámica de cambio presente en la sociedad actual, y mucho menos podrá armonizar con los desafíos de expansión y desarrollo futuros si no contempla elementos más integracionistas, sobre todo para el caso de sociedades en desarrollo.

Para hacer frente a dichos desafíos y para alcanzar niveles de desarrollo acordes con la dinámica de cambio actual , el enfoque de innovación que se debe seguir al interior de toda economía, ya sea nacional o regional, debe ser un enfoque interactivo, en donde se conciba esta como un sistema articulado por instituciones políticas e instituciones de los sectores públicos y privados en una red en la cual sus actividades, interacciones e intercambios de experiencias contribuyan a la adopción, aprehensión y difusión de nuevos conocimientos y nuevas tecnologías para competir.

La empresa como tal, debe ser actor fundamental dentro de un proceso dinámico de cambio, pero no el único; pues como se dijo, debe existir un sistema de innovación del cual deben hacer parte centros de investigación y desarrollo públicos, universidades, recursos de innovación de las empresas (incluyendo sus laboratorios y centros de I + D), establecimientos de enseñanza técnica y tecnológica, organismos gubernamentales encargados de la promoción empresarial, organismos de apoyo al desarrollo científico y tecnológico, y toda una estructura financiera como soporte para el desarrollo y evolución de nuevas iniciativas. Sin una retroalimentación emanada de la continua interacción de los actores del sistema no se alcanzaran resultados satisfactorios en materia innovativa, ni se podrán corregir las asimetrías presentes en los niveles de bienestar de la sociedad.

El desafío para el estado Colombiano es poder hacer frente a los nuevos retos integrando toda la cadena productiva con instituciones públicas que sirvan de apoyo y de facilitadoras para que nuestro sector empresarial esté mas sintonizado con los nuevos avances científicos y tecnológicos para que estos puedan ser incorporados de una manera gradual al modo de operar de las organizaciones sin generar choques entre el avance de la tecnología y el nivel de capacidad del talento humano. Para ello es necesario que se adopte el mencionado enfoque interactivo con el fin de que este beneficie a las pymes y de paso incentive el crecimiento de la economía del país de forma equitativa.

En este proceso, el papel de la universidad y de las instituciones de educación técnica-vocacional y tecnológica juega un papel fundamental, dado que son la base y el escenario primario en el cual se deben cultivar las nuevas estrategias de cambio. A partir de allí se debe empezar a construir una nueva estructura de conocimientos y aplicaciones que sirva de soporte y a la vez alimente el sistema, para que unido al enriquecimiento que produce la interacción de las demás piezas del engranaje, dinamice el proceso de creación de unidades productivas, no solamente como alternativa para ser competitivos, sino para reducir el desempleo y disminuir la pobreza.

Llevar a cabo un proceso de innovación como el propuesto, de forma transparente y comprometida, beneficia a la institucionalidad del país, al sector productivo, a la educación, a la economía, y por ende, a la sociedad en general por acercarla más al desarrollo.

Los efectos de la crisis

A nivel orbital cunde el pánico por la actual crisis financiera que se presenta en los principales centros bursátiles de las grandes economías del mundo, y que hasta el momento se ha llevado por delante importantes compañías de diferentes sectores económicos sin que exista a la fecha certeza con respecto al horizonte a partir del cual puedan empezarse a evidenciar signos de mejoría.


Las principales preguntas que puedan surgir ante semejante panorama no tienen respuestas puntuales ni mucho menos exactas, todas las que se puedan dar están marcadas por la incertidumbre. Lo que si se puede remarcar es que los principales afectados por esta crisis, como de todas las crisis del sistema capitalista que nos rige, será el ciudadano del común, el que pertenece a los estratos sociales bajos; el cual no es convidado a la fiesta cuando los rendimientos del gran capital son amplios, pero que si es llamado a contribuir cuando las pérdidas salen a relucir. El típico caso de personalizar las ganancias pero socializar las pérdidas.


Pero, ¿A que se debe la actual crisis financiera?


La crisis financiera actual tiene su origen, según los entendidos, en la debacle de los créditos hipotecarios de alto riesgo, más conocidos como subprimes, en los Estados Unidos, otorgados mediante el impulso de un afán especulativo a personas que se vieron afectadas por las altas tasas de interés y la caída del valor de las propiedades; pues en un momento dado la deuda contraída superaba el valor de las viviendas que compraron con esos prestamos. El detonante de la crisis ha sido el aumento de la cantidad de entidades hipotecarias acosadas por la morosidad creciente de los deudores afectados. Muchos bancos e inversionistas afectados por las turbulencias en el mercado de créditos generadas por la crisis de “subprimes” aparentemente habían tomado riesgos que excedían su tamaño y capacidad de respuesta. Las quiebras han puesto de manifiesto que el sistema bancario necesita una reforma, más cuando estas empresas no disponen de la financiación tradicional de la banca para conceder los prestamos. Aquí se ponen de manifiesto, tanto las fallas regulatorias y de supervisión de parte de las autoridades competentes de los Estados unidos, así como la ambición desmedida a la hora de especular con las operaciones hipotecarias.


¿Cuales pueden ser las repercusiones de la crisis a nivel mundial?


Según Kemal Dervis, jefe del programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), las consecuencias económicas de la crisis financiera serán especialmente graves para los países en desarrollo, ya que dispondrán de menores ingresos, de menos inversiones extranjeras y de menores exportaciones.


Los efectos serán tangibles mediante caídas del producto interno bruto (PIB), caída del empleo, caída de los precios, incremento de la pobreza y aumentos de conflictos. Además, crea una gran presión sobre el alcance de los Objetivos de Desarrollo del milenio (ODM) cuyo horizonte de consecución es el año 2015.


La disminución de los precios de las meterías primas reviste gran preocupación especialmente para los países latinoamericanos cuyas exportaciones son mayoritariamente por este rubro y sus economías se verán afectadas por la disminución de los ingresos percibidos; además, aquellos que tienen un gran volumen de operaciones con los Estados Unidos sentirán los efectos de la presunta recesión en la que se encuentra su economía.


¿Qué consecuencias tendrá en la economía colombiana?


Las consecuencias para Colombia lógicamente están asociadas a las repercusiones que tendrá en los demás países en desarrollo. Sin embargo, nuestro país parece estar en una posición un poco favorable según funcionarios del gobierno. Esto debido a que el país, al parecer, cuenta con una estrategia de política monetaria flexible para enfrentar condiciones cambiantes y una economía para generar confianza. En esto se destaca como adecuado el nivel actual de reservas internacionales de 24000 millones de dólares que equivale a 8 meses de importaciones.


A esto se suma que el sistema financiero del país cuenta actualmente con una relación de solvencia cercana al 14 por ciento, muy por encima de lo exigido internacionalmente, y que tiene un nivel de capitalización importante. Contrario a lo anterior, Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, ha señalado que la dependencia de Colombia con el mercado de los Estados Unidos, su primer socio, enseñará a no basarse en la solidez del otro.


En lo que si no hay duda es que la intensificación de la crisis puede llevar a que se dificulte el acceso al crédito internacional y eso también puede generar presiones en el mercado interno.

Amanecerá y veremos.