martes, 24 de febrero de 2015

LOS MERCADOS ENERGÉTICOS Y EL RETO DE MASIFICAR LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Una gran demanda de energía para calefacción existe por estos
días en Norteamérica debido a las bajas temperaturas que registran
los termómetros. Fotografía de Carina Vásquez
La carrera por los recursos naturales se hará más frenética en la medida en que se aplace la apuesta decidida hacia la masificación del uso de las energías renovables en detrimento de la energía fósil, ya en declive y altamente contaminante. Mientras más se tarde en dar este paso, la posibilidad de confrontaciones y sus flagelos derivados por el apropiamiento de los recursos naturales escasos será más palpable, por no hablar de las catástrofes ambientales, un tema ya bastante trillado, y sus impactos en las poblaciones más vulnerables. Los mercados energéticos deben reaccionar ante este desafío, el afán rentístico debe dar paso a la conciencia.

De acuerdo a la opinión de muchos analistas los recursos energéticos mundiales resultan suficientes para satisfacer la demanda actual y prevista en las próximas décadas, pero la disponibilidad de los mismos se prevé que será cada vez más costosa. Básicamente entran en juego factores como las tecnologías disponibles, la capacidad de almacenamiento, los canales de distribución, la democratización, la regulación para un acceso equitativo de agentes y sectores interesados, voluntad política y sobretodo, liderazgo. Un liderazgo apropiado para los momentos actuales y venideros; es decir, transparente y razonable, coherente con la ingente necesidad de dar un vuelco a esta carrera frenética hacia el abismo al que conducen el despilfarro energético y su estela de contaminación y degradación ambiental.

La comodidad provista por las fuentes fósiles introdujo a la humanidad en un gran letargo del que aún no logra escapar. El hecho de perforar extraer y quemar se arraigó tanto en la cultura industrial de la época que se convirtió en un símbolo característico del siglo XX y aún del XXI, en el motor del desarrollo, el impulso para superar los límites de la escasez, la movilidad, el hambre y la comunicación. El confort ha sido la obsesión perseguida desde que el acceso a las fuentes fósiles se convirtió en una actividad masiva y a la orden del día para los grandes inversores. La dependencia de la energía derivada de estás ha llegado a tales límites que no se visualiza aún la vida sin su fácil disponibilidad. Todavía la humanidad se aferra a su omnipresencia, no se resigna a su creciente escasez y a tener que abandonar su uso para volver a las fuentes renovables primarias. Lo paradójico es que todo ello ha llevado a un gran deterioro ambiental y al impulso, de acuerdo al IPCC, de un calentamiento atmosférico acelerado que pone en riesgo la estabilidad social y política mundial.

Es claro que es el momento propicio para dejar atrás progresiva y oportunamente la energía proveniente de las fuentes fósiles, de no hacerlo ahora las posibilidades de recuperar o restablecer ecosistemas en deterioro, especies en vía de extinción y desacelerar el ritmo del calentamiento, se reducen considerablemente; sin embargo, es necesario que para ello se establezcan acuerdos pertinentes sobre la base del bien común y de la integración. Además, se debe tener en cuenta que la oferta directa o indirecta de la energía solar, el viento y las mareas no son coincidentes con los tiempos de demanda del hombre, esta es variable con la latitud, con la estación, con el día y la noche; por lo tanto, el reto es como se integran, como se almacenan, como se hacen sistemas más baratos y ubicuos, económicamente alcanzables para todo el mundo.

El enfoque en la  generación de energías renovables debe superar el escollo de la desigualdad, propiciar el acceso libre de todos a un consumo mínimo sustentable sin dejar de lado que hoy en día el medio ambiente debe ser el condicionante principal de la tecnología energética.


Los mercados energéticos y sus subsectores son muy heterogéneos y las características de naturaleza geológica, técnica, geopolítica, de mercado, fiscal y de regulación, varían según el combustible, según la etapa de la cadena del combustible y según la región. Integrarlos para acudir al llamado del planeta y a la preservación y restauración ambiental es un reto que se debe acometer antes de que sea demasiado tarde.

Referencias:

Scarpellini, S., Aranda Usón, J. A., & Zabalza Bribián, I. (2008). Introducción a los mercados energéticos. Zaragoza, España: Universidad de Zaragoza.

Vásquez Castellar, N. (22 de Febrero de 2015). Biocombustibles, el remedio puede resultar peor que la enfermedad. Obtenido de El observador: http://elobservadorm.blogspot.com/

Nelson Vásquez Castellar
metparatodos@gmail.com

sábado, 21 de febrero de 2015

Biocombustibles, el remedio puede resultar peor que la enfermedad

Bahía Solano, en la selva Chocoana.
Fotografía tomada y cedida por Gloria Mosquera.
En busca de una alternativa para sustituir progresivamente la energía proveniente de fuentes fósiles por otras que se generen a partir de recursos naturales renovables y menos contaminantes, los biocombustibles se erigieron, desde hace aproximadamente una década, como la panacea ante el incremento de las emisiones desmedidas de dióxido de carbono (CO2) y su efecto en el sistema climático terrestre. El hecho de que pudieran obtenerse a partir de la biomasa daba por sentado su permanente disponibilidad sin pensar en agotamiento debido a que dependían de las bondades de la madre tierra, siempre presta a fructificar en favor de la humanidad. Sin embargo, cabría pensar en estos momentos si al incrementarse en mayor medida su consumo, dada la gran apuesta como negocio que representan ¿Se pondrá en peligro la seguridad alimentaria de algunas regiones vulnerables del planeta? ¿Será sostenible si la frontera agrícola se expande en desmedro del bosque? ¿Cuál es y será su efecto en las emisiones de carbono?

Aunque en la actualidad los biocombustibles representan solo el 2.5% dentro de la gama de fuentes energéticas, un aumento significativo, como se prevé a un futuro cercano, podría arrojar resultados contraproducentes. Se espera que para 2020 en Europa las energías renovables, especialmente los biocombustibles, representen el 10% de su combustible de transportación. Para Estados Unidos se espera que esté alrededor del 12% para el mismo horizonte de tiempo y de acuerdo a la Agencia Internacional de Energía Atómica, se espera que para mediados de siglo las necesidades de transportación sean cubiertas en un 27% a nivel mundial por la biomasa. Estas proyecciones pueden fortalecer el optimismo respecto a la sustitución paulatina de fuentes fósiles; sin embargo, en materia de impactos en el volumen de emisiones de CO2 y seguridad alimentaria, este puede no ser tan positivo.

Reviste gran preocupación que se destinen extensiones de terreno fértil para la producción de materia prima con el afán de suplir la necesidad que de biocombustibles demandan la industria del transporte, principalmente, y el sector energético, en menor medida, cuando las necesidades alimentarias de la población mundial van en aumento conforme se incrementa la densidad demográfica del planeta y la fertilidad de los suelos por factores de tipo climático, contaminación y sobrepastoreo, se reduce. Conforme aumente la demanda será mayor la disposición de terreno para suplirla y este no podrá ser destinado para la producción alimenticia.  

Además de lo anterior, el que se destine cada vez más terreno con fines agrícolas supone un cambio significativo en el uso de la tierra debido a la necesaria deforestación que ello acarrea. Quitarle más extensión al bosque y la selva, tal como se ha venido presentando en la Amazonía y en la selva del Chocó, por citar solo dos ejemplos, equivale a resentir el equilibrio ecosistémico, liberar carbono a la atmósfera reduciendo a la vez la capacidad de fijación del mismo por parte de la vegetación, atentar contra la biodiversidad y modificar la capacidad de reflexión de la radiación solar por parte del terreno (albedo superficial).

La liberación de carbono es un punto crítico a la hora de evaluar los beneficios de los biocombustibles; por ejemplo, el carbono que se almacena en los bosques o en los pastizales es liberado del suelo a través de la conversión del terreno para la producción de cultivos. Mientras algunos de estos cultivos pueden generar ahorros de gases de efecto invernadero, tal es el caso del maíz destinado para la producción de etanol y el pasto varilla con 1,8 y 8,6 toneladas de dióxido de carbono por hectárea al año respectivamente, la conversión de pastizales para llevar acabo estos cultivos emite alrededor de unas 300 toneladas por hectárea. Y más aún cuando la conversión es a expensas de tierras forestales, en cuyo caso la emisión se encuentra entre 600 y 1000 toneladas por hectárea (Fargione et al., 2008; The Royal Society, 2008; Searchinger, 2008). De acuerdo a esto, el argumento de la neutralidad de la bioenergía en términos de carbono sostenido sobre la base de que las plantas recuperan el CO2 del aire cuando crecen compensando la emisión de este por haberlas quemado como combustibles, pierde sustento. Destinar un pastizal, un campo de maíz o bosque para generar energía requiere desestimarlo para la producción alimenticia o para el almacenamiento de carbono.

Deben existir unos niveles críticos hasta donde la producción de biocombustibles sea favorable. Está claro que en la sustitución de fuentes fósiles hacen parte de un todo, de una miscelánea de alternativas que aglutina a la energía solar, la eólica, la geotérmica, nuclear, etc. Dejar todo el peso o una parte demasiada amplia de la sustitución sobre los biocombustibles es insostenible.

Nelson Vásquez Castellar

metparatodos@gmail.com

viernes, 20 de febrero de 2015

LA LEY Y EL BOSQUE

Cuenca del Río Magdalena, Colombia. Archivo personal del autor.
La constitución política colombiana, así como un gran número de leyes, decretos y otros acuerdos reglamentarios establecen un marco normativo bastante robusto y exhaustivo respecto al medio ambiente. En esta materia se puede considerar a Colombia como pionera, por lo menos en Latinoamérica; pues, el marco reglamentario es bastante atractivo en el papel. Y en este aspecto es importante resaltar el establecimiento del código de recursos naturales renovables desde hace 40 años, el cual es el mejor instrumento con el que cuentan las autoridades ambientales para proteger el patrimonio ambiental colombiano. Este fue el primer cuerpo normativo en lo que respecta al medio ambiente que se formuló en América latina y es un ejemplo de la confluencia de diferentes visiones y consensos entre sectores de interés nacional.

No cabe duda de que se han dado pasos importantes en materia de protección y regulación del medio ambiente, así como de clasificación y delimitación de zonas y áreas protegidas. Sin embargo, en la práctica todavía falta mucho trecho por recorrer para que se adopten y se instrumentalicen las medidas establecidas. La relación entre economía y medio ambiente aun no es lo suficientemente sana como para concluir que las normas han surtido el efecto esperado. La corrupción y el clientelismo administrativos sacan la cabeza en esta relación, pues el otorgamiento de licencias y demás permisos de corte ambiental aún se realiza por fuera de los cánones reglamentarios al mejor postor. El ejemplo más palpable de ello es la minería, la cual está dejando una gran estela de destrucción y contaminación hídrica y atmosférica además de un desbalance ecosistémico y destrucción boscosa.

Enfatizando en esto último, un aporte importante en materia de protección de bosques y masa forestales es el decreto ley 2811 de 1974 que contempla la ordenación, manejo y aprovechamiento forestal, además de otras disposiciones de carácter ambiental. La importancia de los bosques hoy es superlativa, especialmente en cuanto a la agitada carrera contra el calentamiento global y la protección de la biodiversidad. El que Colombia posea esta normativa es un avance para la salvaguarda de uno de los ecosistemas más críticos e importantes para el equilibrio climático del planeta, pero de no implementarlo en la práctica la reducción de su extensión en el país seguirá con su ritmo acelerado.

El gran servicio que prestan los bosques y las grandes masas forestales en general para el planeta es incalculable, desde el alojamiento de un gran número de especies, pasando por el aporte a los avances de la medicina, la regulación climática y la provisión maderera, hasta la fijación del dióxido de carbono, principal agente antrópico señalado, supuestamente, como determinante del incremento de temperatura global que nos asiste en la actualidad.
Deforestación en la selva Chocoana. Archivo Resista Semana

La deforestación a gran escala que sufren cuerpos forestales como la pluviselva amazónica o la selva chocoana atenta, además, con  la disponibilidad hídrica para comunidades que viven al interior de estos y ciudades enteras que se abastecen de ello. Los bosques juegan un papel fundamental en el ciclo hidrológico a través de la contención de las lluvias, la infiltración de agua en el suelo y la absorción por las raíces; así favorecen el control de la escorrentía superficial y blindan a poblaciones cercanas de inundaciones y deslizamientos. Incluso, en los dos ecosistemas mencionados la gran densidad forestal permite la generación de precipitaciones vía evapotranspiración. Por ejemplo, la selva amazónica produce aproximadamente el 50% de la precipitación caída en la cuenca, además del 20% del oxígeno de la tierra. Igualmente la influencia del bosque chocoano es determinante para que esa región del pacífico colombiano sea una de las más pluviométricas del mundo.

El sistema climático terrestre se encuentra en gran medida regulado por los bosques. Si la extensión de estos se sigue reduciendo posiblemente se darán cambios que impactaran negativamente el modo de vida confortable de muchos pobladores del planeta. 13 millones de hectáreas se pierden anualmente por deforestación en el mundo y mucho de esto es irrecuperable. Y Colombia hace, desafortunadamente, un aporte importante en esa problemática; la expansión urbanística, la extracción ilegal de madera, la minería, la expansión agrícola y de cultivos ilícitos, hacen mella en la extensión forestal del país bajo un desacato continuo de las leyes.

El que exista el decreto ley 2811 de 1974 en Colombia solo será significativo en la medida en que las disposiciones, reglamentaciones, recomendaciones y otros que allí se sustentan sean acatadas y respetadas. Algo que hoy brilla por su ausencia.

Nelson Vásquez Castellar 
metparatodos@gmail.com

domingo, 15 de febrero de 2015

Algo característico en las ciudades de hoy, la permanente bruma que acompaña al paisaje.

Bruma sobre la ciudad de Madrid, España.
Una atmósfera parda y opaca que se revela como señal inequívoca de la gran actividad industrial y doméstica, lo que algunos asimilarían como sinónimo de desarrollo, se ha hecho perenne en cualquier postal de cualquier gran ciudad en estos tiempos. Se podría considerar equivocadamente, por analogía, que a mayor contaminación mayor desarrollo. Y como desarrollo es sinónimo de bienestar, también se podría considerar absurdamente que habrá más bienestar cuanto mayor sea la contaminación. Esa es la gran ambigüedad en la que se mueve la humanidad: el desarrollo sustentado en la acumulación y el consumo.
Equivocadamente se ha creído en un desarrollo ligado a la maximización, ya sea del consumo, la riqueza, la rentabilidad, la producción, etc. Se constata hoy que ese no ha sido el camino correcto para encontrar el bienestar humano, ese que es inclusivo y que propende por la equidad. Los altos niveles de contaminación atmosférica, sin hacer mención de los demás, más que desarrollo, lo que suponen es un alto grado de derroche de recursos, miopía e indiferencia con el medio ambiente y la humanidad misma.
El modelo económico imperante en la actualidad de nada ayuda en la solución del problema. La contaminación del aire se acrecienta y se lleva cada vez más vidas sin que haya decisiones globales claras respecto al uso de los combustibles fósiles y el cambio hacia fuentes de energías renovables. Los adelantos son incipientes y requieren de más apoyo para paliar uno de los grandes problemas que tenemos en la actualidad.

Nelson Vásquez Castellar