Observación de nubes en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla.
Foto tomada por el autor.
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Todo
análisis meteorológico previo a una predicción tiene como punto de partida una
etapa de observación. A partir de este argumento se puede llegar a la
conclusión de que un acertado pronóstico se sustenta en la exactitud y la mayor
frecuencia posible con la que se realice dicha etapa.
Desde
tiempos memorables, cuando se comenzó a llevar a cabo ese proceso lógico y
ordenado de generar conocimiento llamado método científico, ha sido palpable
que todo empieza en función de la paciente, exhaustiva, constante y sistemática
fase de observación. Bajo la mira decidida y contemplativa de un observador se
encaminan toda una serie de posibles resultados que confluyen a la construcción
de una verdad, de un conocimiento refutable y verificable, no absoluto. Una vez
determinado el fenómeno (proceso, sistema, etc.) de interés que se pretende
estudiar hay que dar paso a la curiosidad para percibir lo más exacto posible
su aparición, las circunstancias bajo las cuales se produce y las
características que lo definen.
En
meteorología aeronáutica el proceso observatorio necesariamente debe cumplir
estas exigencias para contribuir al logro del objetivo primordial de una
aeronavegación segura y confiable. Para ello es fundamental contar con el
concurso de personal idóneo para el desarrollo de un análisis sensorial e
instrumental que permita identificar, a la luz de sus conocimientos, las
condiciones atmosféricas reinantes en todo momento, las posibles tendencias de
cambio y las implicaciones que estas tienen para la operación de las aeronaves
tanto en vuelo como en tierra.
La
reiterada, minuciosa y rigurosa manera con la que se desarrolle la observación
hará de esta un insumo preciado para el proceso de análisis y verificación
previos al pronóstico. La capacidad de prever y anticiparse con el mayor nivel
probabilidad a la ocurrencia o presentación de las condiciones de tiempo
atmosférico depende de ello. Por lo tanto, la preparación, la mística y la
adecuada posición visual del observador marcan también, sobremanera, un ítem
sin el cual es imposible que los resultados de una etapa repercutan
positivamente en la otra.
Un
observador meteorológico es una persona con capacidades sensoriales e
interpretativas óptimas que está al tanto de la evolución del tiempo
atmosférico; es decir, de esas condiciones de la atmósfera que se presentan en
un momento dado, en un lugar determinado (en este caso, un aeródromo) y que son
susceptibles de cambios continuos. Para ello debe registrar y analizar
constantemente el comportamiento de las variables meteorológicas, tales como
temperatura, presión atmosférica, dirección y velocidad del viento, humedad,
etc., a través de la instrumentación adecuada. Además de ello, debe percibir lo
más acertado posible los tipos, cantidades y alturas de las nubes, la presencia
o no de fenómenos y la reducción o no de visibilidad horizontal que ello pueda
conllevar. La labor de un observador meteorológico es fundamental para el
óptimo desarrollo de las operaciones propias de la navegación aérea.
Con
el desarrollo tecnológico y la consecuente generación de instrumentos y equipos
cada vez más sofisticados, la labor del observador meteorológico ha venido en
detrimento, sin que ello signifique que se haya reducido su importancia; de hecho,
hoy es más determinante dada las necesidades crecientes de productos
meteorológicos por parte de la aeronavegación. Pero muy a pesar de ello, la
confianza absoluta en la automatización y el repunte creciente de las nuevas
tecnologías hace imparable la progresiva reducción de la influencia humana en
la determinación de las condiciones atmosféricas reinantes, especialmente, en
los aeródromos.
La
labor de observación tiene mucho de vocación, mística y motivación. Desde
tiempos ancestrales esta ha sido desarrollada bajo un aura esotérica,
espiritual y de misterio, pero con el paso del tiempo la necesidad de registro
fue cambiando paulatinamente esa visión. Primero el soporte anecdótico de los
acontecimientos meteorológicos más impactantes y luego el registro numérico de
los comportamientos de las variables atmosféricas medidas con instrumentos
convencionales, fueron la antesala a la acumulación y análisis automático de la
información. Muy a pesar del nivel precisión y la rapidez de respuestas que
puede brindar la tecnología, ya se echa de menos la identificación natural que
el hombre abocado a esta ciencia experimenta con la temperie, esa relación difícil
de explicar, en donde el entorno atmosférico pasa a ser una extensión natural
de sus propios miembros. Sin embargo, más allá del adelanto tecnológico, el
concurso humano no podrá ser erradicado del todo. Nunca un software podrá
equiparar el análisis inteligente, argumentativo y asociativo que solo una
persona abocada por el amor a esta ciencia y a este oficio puede realizar.
La
observación meteorológica va más allá de los números. Estos constituyen el insumo
fundamental del análisis y enriquecen la interpretación de los resultados, pero
la asociación y la relación que guardan los elementos propios de una
observación atmosférica para comunicarse en un lenguaje claro y familiar solo
las puede desarrollar una persona. Y no cualquier persona. Para ser observador
meteorológico se requiere la adopción de una serie de competencias que van
desde lo académico hasta lo experiencial, pasando por lo actitudinal.
Actualmente se adolece de conocimiento meteorológico en el campo aeronáutico
colombiano y el observador debe ser el faro que da luz ante esa deficiencia;
por lo tanto, allí debe siempre estar una persona idónea de acuerdo a las
competencias exigidas.
Conocimientos
académicos en temas específicos de áreas como matemáticas, física, química,
estadísticas, sistemas, etc., capacidad de análisis, proactividad, actitud de
servicio, pero, sobre todo, amor por la profesión, lo que es palpable cuando su
labor da como resultado un trabajo pulcro, ordenado, honesto y acertado a la
realidad meteorológica, son en resumidas cuentas las competencias y actitudes
que debe poseer un observador meteorológico en el día de hoy.
Un
buen inicio, sin duda, potencia la probabilidad de un buen final. Así, de esa
manera o bajo este argumento, una buena observación proyectará la realización
de un buen pronóstico.
Nelson Vásquez Castellar
Puedes descargar el documento en este link Fundamentos de Meteorología Aeronáutica
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