Archivo fotográfico del autor. Cumbres nevadas, región andina colombiana |
Cada vez que surgen
nuevos estudios relativos al comportamiento de las temperaturas en el planeta y
de sus posibles efectos derivados, el panorama se torna más crítico y
preocupante. Los hallazgos comprueban que el sistema climático, así como los
diferentes ecosistemas del orbe, están respondiendo positivamente a un
escenario global de progresivo calentamiento. Y en esta situación el hombre
parece ser un actor principal incidiendo, de acuerdo a investigaciones, como
nunca antes en la historia, en el derrotero del clima.
Es muy válido no
estar de acuerdo con algunas posturas del IPCC en torno al análisis de los
diferentes eventos de tipo climático, de la metodología empleada para abarcar
el estudio de los diferentes elementos que lo caracterizan, de las conclusiones
a las que llega luego de poner en marcha los estudios pertinentes e incluso de
los factores que están propiciando la situación actual; pero más allá de
posibles desacuerdos o posturas encontradas, el calentamiento del sistema
climático es una realidad y en la medida en que las decisiones políticas no
avancen, por lo menos, al mismo ritmo de este, el rezago se incrementará y las
decisiones que se tomen poco impacto tendrán en la mitigación y en la
adaptación a sus efectos.
Más allá de la
influencia que puedan generar factores y mecanismos naturales, tanto internos
como externos, en la configuración de ese conjunto de circunstancias en torno
al clima actual y del panorama que se prevé, la aportación humana parecer ser
decisiva; sobre todo en lo ateniente a las emisiones de gases de efecto
invernadero y el cambio en el uso de la tierra, revistiendo especial
importancia en esto último la expansión de la agricultura a expensas de la
deforestación. A partir de aquí se desencadenan una serie de consecuencias que
día a día se manifiestan generando impactos lamentables en la población a lo
largo y ancho del planeta.
No es necesario exagerar,
maquillar resultados para inducir decisiones o acuerdos o escenificar una
catástrofe con el afán de predisponer a la comunidad para endilgar al
calentamiento global la ocurrencia de cualquier tipo de fenómeno natural.
Tampoco minimizar o dar por sentado que no está pasando nada, que todo sigue
igual, que todo es mentira. Las evidencias saltan a la vista hoy y lo seguirán
haciendo aun cuando intenten ocultarse o magnificarse. El calentamiento es
inequívoco y a escala humana representa sin duda un gran desafío; por lo tanto,
en la medida en que se demoran las decisiones la carrera por detenerlo o
mitigarlo se pierde.
Por todo ello, urgen
consensos, acuerdos racionales, principalmente entre aquellas sociedades que
más contaminan, las que más consumen; pues en últimas, en el trasfondo de todo,
el aporte humano a esta problemática se fundamenta en el consumo, tanto en
forma como en cantidad. Aquellas sociedades que más demandan recursos deben
asumir su responsabilidad.
Archivo fotográfico del autor. Un lugar de la costa Caribe colombiana |
Las conclusiones del quinto informe del IPCC acrecientan la preocupación y reafirman los hallazgos dados
a conocer en informes anteriores. En este se sostiene que la influencia humana
es clara y aumenta progresivamente y, además, sus impactos se observan en todos
los continentes. El informe también expresa con una gran certidumbre, superior
a informes anteriores, que las emisiones de gases de efecto invernadero y otros
impulsores antropógenos han sido la causa dominante del calentamiento observado
desde mediados del siglo XX. Thomas Stocker,
Copresidente del Grupo de trabajo I del IPCC afirmó que la evaluación realizada
concluye que la atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve
y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de
dióxido de carbono han aumentado hasta niveles sin precedentes desde hace, por
lo menos, 800.000 años.
El informe hace énfasis en que las emisiones
continuadas de gases de efecto invernadero seguirán causando un mayor
calentamiento y cambios perdurables en los diferentes componentes del sistema
climático, con lo que inminentemente aumentará la probabilidad de impactos
generalizados y profundos que afecten a todos los niveles de la sociedad y el
mundo natural.
Esta información obliga a reevaluar el
accionar en torno a la búsqueda por detener o minimizar los efectos del
fenómeno en las condiciones de vida planetarias, no es posible obtener
resultados contundentes si se sigue actuando por la misma vía. Si los gases de
efecto invernadero son parte del problema, su emisión tiene que reducirse. Hay
que dar marcha a procesos innovadores que propendan por este objetivo y que
demuestren ser efectivos, no piezas de una estrategia en la que se amparen
intereses egoístas de unos pocos gobiernos u organizaciones. Si la
deforestación es otro factor que propicia esta problemática, se debe combatir
de manera decidida creando mecanismos de control eficaces y ofreciendo planes
alternativos a quienes viven de la agricultura para desincentivar su práctica.
Es necesario
sensibilizar a la sociedad sobre la magnitud del problema para que tome acción
en la carrera por desacelerar el ritmo de calentamiento, pero para ello es
fundamental que se evidencien acciones transparentes y coherentes de parte de
quienes ostentan el poder. Si ello no ocurre, si no existe un liderazgo que
encause de manera veraz la lucha contra este fenómeno global, la actuación de
la sociedad será dispersa y poco significativa.
No es cierto que el
calentamiento global sea una mentira. Alrededor de este tema existen muchos
intereses, principalmente económicos y políticos, que empañan la veracidad de
su existencia. Intereses que navegan entre la negación y la exageración, que
siembran la duda y obstaculizan la rápida respuesta para contrarrestar los
efectos. Sin embargo, las evidencias seguirán saltando a la vista y por más que
intenten maquillarse o negarse los impactos nos recordarán la realidad del
problema.
Nelson Vásquez
Castellar
Barranquilla,
diciembre 9 de 2014.
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